Miento

Aquel día por fin te habías ido de un sitio al que ni siquiera fuiste. Un espacio jamás real para ti. Al alba entendí que yo solo resulté refugio de ese invierno tuyo que había durado cuatro estaciones. O puede que más. Una morada sin gavetas, porque sabías que no habría nada que guardar. Un búnker sin despensas, ya que el mañana tocaba en otra parte.

Yo creía saberte y no sabía nada. Embriagado por los insomnios de tus palabras, por la risa de tu verbo, por la magia de una sonrisa. Para mí eras tan real que me dolió hasta los huesos el posterior estruendo de tu mudez, la rabia de tus miedos, esa distancia que ya no era física.

Y mientras te reconstruías yo me iba derrumbando. Se me rompieron las costuras y sangraron mis demonios. Y me desesperé. Y disparé mil balas de fogueo para llamar tu atención. Pero ya tenías tus brazos sobre otros brazos. Ganando con tus ganas, elegiste una trinchera de verdad, sin grietas y sin tiempos finitos.

Yo entonces no era consciente.

Hoy sé que paré demasiado tarde. Luchaba contra el perfume de tu recuerdo, contra el perfecto desorden de tu caos. Contra todo aquello que me mantuvo con vida los días sin azul. Luchaba con eso que eras tú y lo que yo proyectaba de ti.

Pero un día, por fin, cerré los párpados y ya no eras protagonista. Solté cada cosa que jamás se amarró a mi espalda. Y dejé de buscarte donde nunca estuviste. Hizo tanto ruido tu silencio que no tuve más remedio que salirme de esa telaraña tan vacía de todo lo que yo anhelaba.

Mas me había inventado aquel escenario, joder. Los rincones de sinceridad, la red que nos sujetaba… No existían. Así que bloqueé el imaginarnos rozándonos la piel, el soñarme amaneciendo en tu mirada. Así dejaste de ser la protagonista de mis auroras.

Y amaneció. Y crucé mi vista con otros ojos, esta vez auténticos. Y después mis manos acariciaron otro pelo. Y mis dedos dibujaron sobre otra piel. Me topé con la vida, que sí era cierta. Dejé los pesares y los intentos de alegrar a quien no quería que le hicieran sonreír. Y comenzó a sobrarme mucha gente. Y encontré otra de la que no sabía.

Comprendí que hay personas que solo esperan lo bueno si viene de quien eligen. Tal vez fue eso, que tú no me elegiste, que jamás apostaste por mí. Quizás jugaste con las cartas marcadas. De esa manera, te serví de comodín y me sacrificaste para ganar por la mano. Bien jugado, ¿qué puedo decir?

No te lo digo, pero en ocasiones vuelvo a aquellos días y me invento cómo hubieran sido las cosas si yo hubiese actuado de otro modo. Dando un paso adelante o expandiendo un espacio que asfixiaba aún en la lejanía. Luego me río. Y agradezco a no sé qué o a no sé quién. Al universo, al destino, a lo que sea. Agradezco entender que mi búsqueda nunca tuvo que ver contigo, pero que sin ti quizás no habría encontrado el norte.

Y miento…

Miento si te digo que sigo estando. Pero miento si te digo que ya no estoy. Miento si te digo que te dejaría caer, pero miento si te digo que deseo, de suceder, que tengas que recurrir a mí. Miento si te digo que no me alegra que seas feliz, pero miento si te digo que no hubiera deseado tener algo que ver en ello.

Escribo en pasado…

Aunque, sobre todo, miento si te digo que fuiste tan importante como lo soy yo para mí mismo ahora. Y miento si te digo que no me cautivaron después. O miento si te digo que no creo que vuelvan a atraparme y que ojalá no suceda.

Miento si te digo que no agradezco ese sueño que fuiste. Aunque mentiría más fuerte si te dijese que despierto no estoy mejor.

Y miento…

Porque no es verdad que ya no hable del nunca, del ojalá y del qué vendrá.

PD: tengo vértigo de nuevo, y no miento 🙂

Salto

Un comentario

  1. Roxana B. Rodriguez · octubre 29, 2019

    Hace apenas poco tuve una ruptura amorosa. Qué belleza el texto, cuánta poesía, por sobre todo, hay algo que te hace sentir muy propio el texto cuando lo lees.
    Espero superes el vértigo, mis mejores deseos.
    Me quedo aquí
    ¡Un abrazo!

    Me gusta

Deja un comentario