La vida no vuelve
Hace unos días comentaba El Chojin en un directo de Instagram que allá por los 90 asistió a un concierto de Michael Jackson que le resultó de lo más espectacular. Yo, que casi soy de la misma quinta que el rapper y pude acudir en 1993 al que celebró en Tenerife, doy fe de ello. Jamás contemplé ni he vuelto a presenciar algo similar. Sin embargo, el propio Chojin continuaba su exposición explicando que recientemente pudo ver de nuevo, grabado, un concierto de aquella gira. Supongo que, por fechas, se refiere a la misma, el Dangerous World Tour. La sensación que le dejó esta nueva visualización fue muy distinta al recuerdo que albergaba su mente, valorando como infinitamente superior la visión que mantenía en el disco duro de su cabeza.
El Chojin manifestaba todo esto a colación de una reflexión acerca de los dispositivos móviles. La grabación jamás va a ser mejor que la experiencia en sí. Confesaba que él mismo ha sacado su teléfono para capturar momentos concretos, pero que le daba mucha tristeza ver a gente cuando él actúa más pendiente de almacenar una vivencia única que de disfrutarla. Ese instante ya no vuelve. Por mucho que quieras, ya no vas a estar dentro, no vas a sentir ese ambiente, no vas a ser partícipe. Porque ya fue. Estuviste. Pero estabas grabando, ¿recuerdas?
Pepe Mujica nos dejó hace nada. Siempre había que escucharle, porque, además de un gran político y referente, era un hombre sabio. Entre sus muchas enseñanzas nos recalcaba la importancia del tiempo y (o en) la vida. Hay que amar la vida. Pero la vida es ahora. Y la vida no es tanto lo que tienes, sino lo que sientes. El ejemplo de El Chojin es perfecto. Gastas tiempo de tu vida capturando un momento para, en el mejor de los casos (porque a veces almacenamos grabaciones para no reproducirlas nunca), emplear un tiempo que podrías dedicar a otra cosa volviendo a algo que ya no va a ser igual. Luego te pones un podcast o una serie en x2 para que te dé tiempo de hacer más cosas.

Semanas atrás asistí a unas conferencias que poco tenían que ver con esto que hablamos, pero un ponente dejó una reflexión importante, que indirectamente sí guarda relación, acerca de la inmediatez. La necesidad de querer todo ya. Lo de la serie al x2 es un ejemplo. Hay una oferta desmesurada en las diferentes plataformas y de pronto se pone de moda algo que a ti no te da tiempo de ver. Pero todo el mundo habla de ello, así que debes buscar el momento o quedarte fuera. Casi nadie se quiere quedar fuera. Por lo que te tragas algo que a lo mejor (o a lo peor, en este caso) no va contigo, pero claro, ¿de qué hablas luego si es el tema del momento? Se estrena tal película en el cine, hay partido de tu equipo, tu familia programa un almuerzo… El fin de semana no te da. Porque tienes que ver la puñetera serie de marras. Y lo que tú querías hacer, ¿qué? Y si tú prefieres ponerte a otra cosa, ¿qué? El tiempo no regresa. Y, como bien dijo Mujica, no puedes ir al supermercado a comprarlo.
La cultura de la inmediatez nos hace, en cierto modo, esclavos y esclavas. Desayunamos con el teléfono en la mano, comemos con prisa y, haciendo un juego de palabras, tragamos con todo. Aunque no tiene sentido hacer lo que otras personas esperan que hagamos y no lo que realmente deseamos hacer. La sociedad va a toda pastilla, pero para ir a ninguna parte. Y deberíamos ir a donde de verdad queremos ir.
No hace mucho tuve una conversación con alguien cercano. Cuestionaba que yo hiciera menos planes de lo que él consideraba que debía. Lo que no valoraba es que yo hago los planes que me parecen. En ese sentido, algunas personas también me han tildado de exagerado por la atención que le presto a Mafalda. Pero, ¿saben qué?, Mafalda va camino de los 17 años y no sé cuánto tiempo nos queda. No sé si han pensado que tal vez mi deseo sea acompañarla en su vejez, disfrutar de esos instantes que son ahora, no mañana. Porque mañanas ya quedan menos. Porque mañana puede no estar. Si a ti lo que te llena estar con tu perro, estás y ya, sin sentirte culpable por ello (¡estaría bueno!).
Mafalda es solo un ejemplo. Pero cada cual tendrá sus motivos, o sus motivaciones. No digo que no socialicen, únicamente que no lo hagan porque se ven forzadas o forzados. A mí me gusta ver a mis amistades. Y lo hago. Y disfruto. Sin embargo, debe ser una elección. De cada persona. De tus amigas, de tus amigos, y tu elección. Que, por cierto, también es lícito preferir no hacer algo si te vas a sentir incómoda o incómodo. Tal vez formes parte de un grupo que programa encuentros, pero en según qué momento no desees compartir con una amistad común. Y no porque no quieras a esa persona, sino porque entiendes que, para tu salud mental, es lo mejor. Simplemente pasa que a veces hay gente a la que quieres, incluso en algunos casos hasta mucho, pero por lo que sea no mezclan bien. Y ya está. Sin que haya culpables.
Así que no le des más vueltas, no te sientas responsable. Haz lo que te pida el cuerpo siempre que no perjudiques a nadie (y que sea legal, claro). No te sientas condicionada o condicionado. Pero eso sí, disfruta de lo que estás haciendo. En ese momento. Es importante. Que tu cabeza ya se encargará de guardar lo que deba y como crea que debe. Apostaría a que será de la manera más acertada, seguro.
Y oye, también cuando quieras, tómate tu tiempo. Porque tu vida es tuya.
Y la vida no vuelve.
