El sitio equivocado, el momento incorrecto

Siempre a la sombra. Cuesta un mundo cuando creas barreras. Levantas un muro para que no vuelvan a hacerte daño. Nunca más. Un pasado que decidiste dejar atrás. Para siempre. Ya no más caídas por querer, por arriesgar.

Mejor avanzar solo. Si acaso tontear; y dejar que se acerque gente que en realidad sabes que no te va a gustar más allá del corto plazo. Relaciones del momento sin momentos reservados en el futuro. Si te aproximas a alguien, es porque sabes que no será nada serio. Duermes en paz.

Pero todo llega. Un día sonríes con un pensamiento. Y luego un encuentro inevitable que se te va de las manos. O más bien del pecho; las manos no se mueven. Usas la boca, la lengua. El instrumento de la comunicación es el más poderoso, es lo que aborda el alma. Que ya el físico lo ve cualquiera.

Más tarde, ya a solas, los miedos. Brotando de nuevo.

A la mente lo que te ocurrió esa vez. Y también aquella otra cuando lo habías olvidado. Sí, te volvió a suceder en más ocasiones. Así que crea cierta distancia, te dices. Piensa coño: ¡mira cuántas cicatrices! No te expongas.

Muéstrate impasible, lo que empiezas a experimentar es un error. No se lo digas. No vuelvas a condenarte. Mantente firme. Que no sepa de tus sentimientos. No es eso lo que tenías planeado, sé consciente.

¡Pero mierda! Pese a que lo niegues, te gusta. Cuando compartes tanto tiempo… Es de verdad y no puedes esconderlo.

Ni esconderte.

Tarde o temprano, queda de manifiesto, las cartas sobre la mesa. Y ya no hay retorno. Sin excusas, vas de frente.

Y se lo cuentas:

“Esto es lo que hay y me gustaría saber si hay camino.

…Contigo”.

No sé si arriesgarse te hace débil… O un valiente, por ofrecer el corazón para que hagan y deshagan.

Sé que cuando la otra persona permanece impasible, duele. Que cuando no te tiene en cuenta, duele. Que cuando tus mariposas mudan obligadas en espejismo y la sonrisa que se adueñó entonces de tus labios va menguando, duele.

Que cuando te toca renunciar, duele.

Vuelves entonces a lamerte las heridas.

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Aunque yo pregunto…

Si no se ha alegrado cuando se lo contaste, si no planteó un después, si la ventana se cerró de golpe… ¿Sigues creyendo que se trataba de la persona correcta?

En realidad no hay buenos y malos en estas historias.

Ella. O tú. Uno de los dos estaba en el sitio equivocado, o en el momento incorrecto.

Un comentario

  1. Ray · junio 19, 2016

    Be brave 😚

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