“Dime que me quieres”. Hace años tuve una novia que me pedía constantemente que le enunciara esa frase. Me lo preguntaba una y otra vez. “¿Me quieres?” “¿Me quieres?” “¿Me quieres?” Continuamente. Yo le respondía que sí, pero su contraataque llegaba veloz. “Nunca me lo dices”. “Siempre te lo tengo que demandar”…
Creo que no se enteraba de nada.
Ella era insistente. Sus te quiero me taladraban masivamente. Como si necesitase reivindicarse. Martilleo incesante. Me lo decía al despertar, mientras desayunábamos; antes de irnos al trabajo, en las tardes de películas, cuando íbamos a acostarnos… Lo recalcaba en todo momento, legitimando su sentimiento, aunque también advirtiendo. Dejando constancia. Como para que no se me olvidase. Yo eso ya lo tenía presente, sin necesidad de que me lo repitiese. Es más, nunca me hicieron falta esas palabras. Es algo que se sabe. Del mismo modo que uno entiende cuando esa misma frase deja de tener validez pese a seguir escuchándola. Cuando deja de ser de verdad. Se siente.
Yo, por el contrario, apenas se lo decía.
O en realidad sí (al menos mientras existió el sentimiento) Pero se lo decía diferente…
No obstante insisto, creo que ella no se enteraba de nada.
Era su caso. El de esa persona. No debería tener mayor trascendencia, puesto que únicamente afecta a sus relaciones. Solo que pienso que hablamos de un asunto universal. De algo que le ocurre a mucha gente. Resulta que lo he visto más veces. Le pasa a todos esos individuos que no son conscientes.
Y es que del mismo modo que el amor no es echar polvos, sino otra cosa, hay que escuchar cuando te dicen te quiero de otras maneras. Se trata de estar atenta o atento. De entender pequeños detalles que marcan la diferencia. Porque igual que amar, por ejemplo, es decidir estar siempre sin que nadie te lo imponga o te lo pida, un te quiero es algo que se puede manifestar de diferente modos.
¿Te has parado a pensarlo? ¿Has querido entenderlos?
¿No se te ha ocurrido prestar más atención cuando alguien te dice que le avises al llegar a casa? ¿Por qué motivo querrá saber que llegaste bien? Igual te quiere. ¿Y esas mañanas en las que abres el ojo y ves un mensaje de buenos días en la pantalla de tu móvil? Resulta que se están acordando de ti. Y no, no se hace con cualquiera. Pese a que tú, yo o quien sea nos cubramos las espaldas diciendo que es normal. Imaginad que fuésemos a darles las buenas noches a todas y cada una de las personas que figuran en nuestra agenda o lista de amistades en Facebook…
No, no es eso. Pero tienes que estar alerta.
Un te quiero es ten cuidado con el coche, no cojas el teléfono mientras conduces.
Un te quiero es cuando te compran ese helado que te gusta.
Un te quiero es contar los planes, o las dudas, o las ilusiones a otra persona.
Un te quiero es cuando te desean suerte para un examen, o en una entrevista de trabajo. Es cuéntame al salir.
Un te quiero es que te hagan compañía cuando debes ir a ese sitio que no te agrada.
Un te quiero es estar en un lugar y querer sacar una foto para enviarla.
Un te quiero es un me gustaría que estuvieses aquí y pudieras contemplar esto.
Un te quiero es un te llevarías bien con este amigo mío o te reirías mucho con mi madre.
Un te quiero es un estaría encantado de cocinar para ti en alguna ocasión.
Un te quiero es frustración por no poder aliviar un dolor.
Un te quiero es un libro, una película, una canción que te digan que debes leer, ver u oír.
Un te quiero es cuando te hace partcipe de su jornada, ya sea de manera presencial o no.
Un te quiero es una botella de vino, un perro, un color, un amanecer, una ocasión especial… Todo lo que comparten contigo cuando no tienen por qué.
Un te quiero es una llamada inesperada, un mensaje a altas horas de la madrugada, un detalle que aguarda la ocasión adecuada para ser entregado.
Un te quiero es hablar hasta que uno de los dos se quede dormido.
Un te quiero es que deseen que formes parte de sus planes.
Un te quiero es cuando te miran a los ojos y no a otra parte.
Un te quiero es inspiración…
Un te quiero es un yo siempre estoy, a cualquier hora.
¿Escuchas de verdad cuando te dicen te quiero? ¿En serio? Yo no estaría tan seguro.
Y quiero creer que a mí me lo han dicho, aunque no me haya dado cuenta. Y quiero creer que se han dado cuenta, cuando he sido yo quien lo ha dicho.
Yo quiero creer que todos decimos, y nos dicen te quiero. Más veces de las que pensamos.
Quiero creer que sabemos escuchar.
PD: este texto está incluido (ligeramente modificado) en el libro «Cartas a Destiempo». Disponible, aquí: https://www.amazon.es/Cartas-destiempo-Jacobo-Correa/dp/8491601228
No puedo estar mas de acuerdo con todo lo que dices. No hace falta decir todo el rato te quiero. Los pequeños detalles dicen mas que eso. Los pequeños detalles al final son lo mas importante.
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